No hay otro árbol, con la excepción del pino, que se preste a todos los estilos de jardines y a todas las superficies. ¡Seguro que hay un arce para usted!
En ciudad
El preferido de los patios, es por supuesto el arce de Japón, con su característica silueta y su bonito follaje recortado, púrpura, dorado o verde según las variedades. El arce de Japón resiste bien a la polución urbana, no roba luz en invierno, y se queda con una talla bastante pequeña. Pero no solo hay que limitarse a este arce para las ciudades. De hecho, plantar una especie de arce grande en un jardín pequeño es factible. Sólo hay que pensar en podar el árbol todos los años a finales del invierno, para recortar las ramas antes del rebrote de la vegetación. Todos los arces soportan una tala regular, que por supuesto debe ser estética.
En maceta, es fácil conservar un arce, pero hay que prever un sistema de riego automático porque son sensibles a los episodios caniculares. Su crecimiento se ve limitado, y necesita menos ser podado. La poda de un arce en maceta tiene como objetivo que guarde un porte compacto.
Para un jardín contemporáneo
La silueta gráfica del arce de Japón, hace que se le adopte bien en los jardines contemporáneos. Pero no hay que olvidar las virtudes de otros arces, sobre todo las de las variedades con hojas púrpuras. Crecen muy rápido y resaltan las floraciones blancas y los follajes dorados. En los jardines contemporáneos en los que buscamos la belleza del tronco, el arce con piel de serpiente ofrece una excelente elección. En compañía de los bambúes y de las gramíneas con un bonito follaje en invierno obtendrá una combinación perfecta y que no pasa de moda. Un buen gesto; retire una parte de los brotes que nacen del tronco para despejar la silueta del árbol y hacerlo más sobrio.
Para un jardín naturalista
Los arces se adaptan muy bien a los estilos de jardines más naturales, escogiendo variedades más boscosas como el arce común o el arce de Montpellier. El arce de papel (Acer griseum) que es una maravilla en este tipo de jardines, sobre todo porque no se vuelve muy grande. El Acirón es también una excelente solución en estos casos, pero todos los arces pequeños pueden convenir. Según el espacio, es posible efectuar una poda en los arces. Debe ser ligera para no desfigurar el sujeto porque se verá de lejos.
Para los jardines grandes
El Arce del azúcar, las bonitas variedades de arce sicomor y muchos otros pueden llegar a grandes dimensiones. Al crecer libremente, cogen dimensiones que pueden hacerse enormes si los dejamos durante mucho tiempo. Una vez plantados no necesitan ningún cuidado. Pero hay que escoger bien la especie en función el suelo porque algunos arces necesitan más frescor durante el verano.
Pocos enemigos
Los arces temen a pocas enfermedades, salvo la aparición de algunas manchas negras en algunos (particularmente el sicomoro). Esta enfermedad no requiere tratamientos. Un cierto tipo de cochinillas las pulvinarias, pueden atacar a los árboles, aunque las encontramos más a menudo en los tilos o las hortensias. Estas cochinillas no son peligrosas para el árbol son de temporada: las encontramos sobre todo durante el tiempo seco pero desaparecen por sí mismas. Finalmente, en el arce campestre (de forma más rara en otros ares) podemos encontrar unas pústulas rojas que tampoco durarán más de un año. El arce, es verdaderamente ¡un árbol sin problemas!